La nueva publicación de este blog tiene como propósito analizar el proyecto de una ciudad flotante start up promovida por Seasteading Institute ubicada en Silicon Valley, al sur de la bahía de San Francisco, California, USA.
Durante cinco años desde 2008 la organización californiana, fundada por el empresario de Silicon Valley Wayne Gramlich y por el ingeniero de software de Google, Patri Friedman, ha investigado sobre la posibilidad de establecer una comunidad flotante permanente impulsada por energía sostenible y autorregulada producto de la innovación tecnológica. El proyecto lleva el nombre de Artisanópolis y su ubicación será en las aguas territoriales de la Polinesia Francesa, en el medio del Océano Pacífico. El 13 de enero de 2017 el presidente Fritch fue a San Francisco desde Tahití para firmar un memorándum de entendimiento con el instituto, consolidando el acuerdo para colaborar en el desarrollo de la primera ciudad flotante en una laguna de ese país de ultramar francés (status especial desde 27-02-2004) aunque el espacio urbano mantendría una autonomía política respecto de la nación existente.
La idea de un proyecto urbano en el mar no es novedosa porque ya se conocen ejemplos como la Palmera frente a Dubai o las islas artificiales chinas en el mar Meridional de China construidas con arena o tierra. La innovación de esa idea que propone el instituto es imitar a un atolón, como los numerosos que crecen en Oceanía, mediante plataformas flotantes de forma hexagonal y cuadrada que se unen entre sí protegidas de las olas y del viento por una barrera también flotante a su alrededor con una única abertura por donde ingresarían los barcos.
Según el sitio web del proyecto, la construcción busca ser autosostenible, por lo que contará con domos hidropónicos para cultivar y cosechar alimentos y con desalinizadores para potabilizar el agua. Los residuos orgánicos serán recolectados por buques cisterna y trasladados a una zona de compostaje externa mientras que el resto será reciclado. Además, utilizará energía solar y eólica. En la fase II, que se terminó en 2014, se fijaron los usos del espacio urbano artificial: residencial, turismo, acuicultura, comercial, de investigación y producción de energía. Cada plataforma flotante se hará con 300 contenedores para departamentos de una superficie de 30 a 60 m2. En cada esquina de la misma se ubicará el área comercial alrededor de la zona residencial integrado por un centro médico, biblioteca, supermercado y otros negocios.Tres amplios balcones estarán situados en la parte superior de los techos. Casi 7000 m2 de la zona portuaria se destinarán a deportes y actividades náuticas. Un restaurant para uso de la comunidad estará en el centro de la plataforma. Tres grúas se ubicarán en el techo para levantar los módulos de los departamentos.
La empresa holandesa Delta Sync colabora con el desarrollo de un software que permitirá estabilizar cada plataforma de la acción de las olas y del viento y que puedan así ser más confortables y seguras.
Artisanópolis pretende convertirse en una pequeña ciudad tecnológica hiperconectada de entre 300 a 1000 habitantes, enfocada en crear innovación social y experimentar con nuevos estilos de vida. Sus creadores lo definen como una “ciudad startup” autorregulada que impulse el crecimiento económico. La organización estima que los costos iniciales para la construcción de Artisanópolis rondan los US$30 millones. Se espera tener el proyecto listo para el año 2020.
La empresa holandesa Delta Sync colabora con el desarrollo de un software que permitirá estabilizar cada plataforma de la acción de las olas y del viento y que puedan así ser más confortables y seguras.
Artisanópolis pretende convertirse en una pequeña ciudad tecnológica hiperconectada de entre 300 a 1000 habitantes, enfocada en crear innovación social y experimentar con nuevos estilos de vida. Sus creadores lo definen como una “ciudad startup” autorregulada que impulse el crecimiento económico. La organización estima que los costos iniciales para la construcción de Artisanópolis rondan los US$30 millones. Se espera tener el proyecto listo para el año 2020.
El proyecto se basa en la problemática ambiental que genera el calentamiento global al producir el aumento del nivel mar. Los estados insulares y atolones de baja altura son especialmente vulnerables al cambio climático y al aumento del nivel del mar que éste conllevaría, dado que en muchos casos (Bahamas, Kiribati, las Maldivas o las Islas Marshall), una gran parte de la superficie raramente sobrepasa hoy los 3-4 m por encima del nivel medio del mar. Numerosas islas de mayor altura son también vulnerables a los efectos del cambio climático, particularmente en su zona costera, en la que casi invariablemente se concentran los principales asentamientos y la infraestructura económica esencial.
Aunque las proyecciones sobre esta problemática no indican que los aumentos de temperatura vayan a tener unas consecuencias adversas generalizadas, algunos ecosistemas críticos como los arrecifes de coral son muy sensibles a los cambios de temperatura. Algunos arrecifes son capaces de adaptarse al rápido aumento del nivel del mar, pero en muchos lugares de los trópicos (por ejemplo, el Mar Caribe o el Océano Pacífico) ciertas especies de corales viven ya al límite de su tolerancia de temperatura. Una subida de la temperatura del agua (por encima de los máximos estacionales) puede dañar seriamente los corales por decoloración y perjudicar sus funciones reproductivas, ocasionando una mayor mortalidad.
En cierto número de islas, es probable que corran peligro las infraestructuras esenciales y los principales núcleos de población actualmente situados al nivel del mar, o próximos a éste, y cercanos a la costa (frecuentemente a 1-2 km de ésta, como sucede en Kiribati, Tuvalu, las Maldivas o las Bahamas). Además, las evaluaciones de vulnerabilidad sugieren también que los costos de protección de la orilla y de la infraestructura podrían ser muy gravosos para algunos de esos países.
Los ingenieros ambientales que participan de este proyecto señalan que habrá un impacto positivo en el mar local y en la población nativa porque hasta ahora en ese país no se reciclan los plásticos que se usan y sólo el 10% de las aguas servidas son tratadas. Además se ofertaría más empleo para la construcción de la ecoestructura flotante y en servicios como los estudios para los jóvenes polinesios en las universidades del oeste de USA.
En cierto número de islas, es probable que corran peligro las infraestructuras esenciales y los principales núcleos de población actualmente situados al nivel del mar, o próximos a éste, y cercanos a la costa (frecuentemente a 1-2 km de ésta, como sucede en Kiribati, Tuvalu, las Maldivas o las Bahamas). Además, las evaluaciones de vulnerabilidad sugieren también que los costos de protección de la orilla y de la infraestructura podrían ser muy gravosos para algunos de esos países.
Los ingenieros ambientales que participan de este proyecto señalan que habrá un impacto positivo en el mar local y en la población nativa porque hasta ahora en ese país no se reciclan los plásticos que se usan y sólo el 10% de las aguas servidas son tratadas. Además se ofertaría más empleo para la construcción de la ecoestructura flotante y en servicios como los estudios para los jóvenes polinesios en las universidades del oeste de USA.
Reportaje al vocero del gobierno de la Polinesia Francesa:
La sustentabilidad ambiental en la práctica docente
El tema que hoy presentamos puede formar parte de la planificación escolar en diferentes unidades de contenido como son el espacio urbano, los parques científicos y tecnológicos, las problemáticas ambientales como el calentamiento global y la grave consecuencia como es el aumento del nivel del mar para los territorios insulares muy vulnerables como Tuvalú de apenas 25,44 km2 al norte de Australia. El debate sobre el éxito o el impacto que generan estas construcciones artificiales en todo el mundo debe ser propuesto y resuelto entre docentes, estudiantes y profesionales como arquitectos, ingenieros, urbanistas, ambientalistas y políticos.
Bibliografía de consulta
Brailovsky, A. E. 1992. Verde contra verde. La difícil relación entre economía y ecología. Buenos Aires: TESIS Grupo editorial NORMA.
Bussagli, M. – Barbadoro, I. Asia y Oceanía. Barcelona: Ediciones Danae S.A. Tomo 3.
Durán, D. 2012. Proyectos ambientales y sustentabilidad. Buenos Aires: Lugar editorial, Colección Nuevos Paradigmas.
Grant Gross, M. 1971. Oceanografía. Barcelona: Editorial Labor S.A.
Reboratti, C. 2000. Ambiente y sociedad: conceptos y relaciones. Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta/ Ariel.
Suárez, F. y Ruggerio, C.A. Conflictos ambientales en Argentina. Paradigmas en tensión. Capítulo de libro en: Preciado Coronado, J. 2012. Anuario de la integración latinoamericana y caribeña 2012. REDIALC-Universidad de Guadalajara (editores).
Strahler, A. 1979. Elements of Physical Geography. New York: John Wiley & Sons.
Westmacott, S., Teleki, K., Wells, S. and West, J. M. 2000. Manejo de arrecifes de coral blanqueados o severamente dañados. UICN, Gland, Suiza y Cambridge, Reino Unido.
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