“-Veo, capitán, que la naturaleza
le sirve siempre y en todas partes. Se halla usted aquí en total seguridad,
pues nadie más que usted puede visitar estas aguas. Pero ¿para qué este
refugio? El Nautilus no tiene necesidad de puertos.
-Así es, señor profesor, pero sí
necesita de la electricidad para moverse, y por lo tanto, de elementos para
producirla, como el sodio, y de carbón para fabricar el sodio, y de hulleras
para extraer el carbón. Y precisamente, aquí, el mar recubre bosques enteros
sumergidos en los tiempos geológicos, ahora mineralizados y transformados en
hulla, que son para mí una mina inagotable.
-Entonces, sus hombres ¿se
transforman aquí en mineros?
-Sí. Estas minas se extienden
bajo el agua como las minas de Newcastle. Revestidos de sus escafandras y pico
en mano mis hombres van a extraer esta hulla. Como ve, no necesito tampoco de
las minas de la tierra para su obtención. Al fabricar aquí el sodio, el humo
producido por la combustión de la hulla que escapa por el orificio del cráter
debe darle a esta montaña la apariencia de un volcán aún en actividad.
-¿Podremos ver a sus hombres en
actividad?
-No, no esta vez, al menos, pues
quiero continuar sin demora nuestra vuelta al mundo. Esta vez voy a limitarme a
embarcar las reservas de sodio que aquí tenemos. Las operaciones de carga no
nos llevarán más que un día, y luego reemprenderemos el viaje. Si quiere usted
recorrer la caverna y dar la vuelta al lago puede aprovechar esta jornada,
señor Aronnax.”
Verne, J. 1998, Veinte mil leguas de viaje
submarino. Sgo. De Chile: Edit. Andrés Bello. Segunda parte: Cap. X : Las
hulleras marinas.
“Podemos ver Marte a través de un
telescopio, pero sólo apreciamos unos metros de la profundidad del mar desde la
superficie”, señala Kim Juniper, investigador en el departamento de Biología de
la Universidad de Victoria (Canadá).
El mar contiene el 60% de los 103 elementos químicos clasificados y concentra hasta 10 veces más minerales que la superficie continental. Sin duda, “es un negocio rentable”, expresa L.M. Somoza, investigador y coordinador científico para la extensión de la Plataforma Continental española del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). La minería marina, importante para la tecnología informática, de circuitos o de chips, tiene varias líneas de trabajo abiertas. El petróleo, el gas natural, los hidratos de gas, los nódulos de manganeso, las costras ricas en cobalto, los sulfuros masivos ricos en hierro, zinc, níquel, oro o cobre, los áridos y los yacimientos ricos en titanio, tierras raras, estaño y diamantes, son los recursos minerales que se encuentran en los fondos marinos.
El mar contiene el 60% de los 103 elementos químicos clasificados y concentra hasta 10 veces más minerales que la superficie continental. Sin duda, “es un negocio rentable”, expresa L.M. Somoza, investigador y coordinador científico para la extensión de la Plataforma Continental española del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). La minería marina, importante para la tecnología informática, de circuitos o de chips, tiene varias líneas de trabajo abiertas. El petróleo, el gas natural, los hidratos de gas, los nódulos de manganeso, las costras ricas en cobalto, los sulfuros masivos ricos en hierro, zinc, níquel, oro o cobre, los áridos y los yacimientos ricos en titanio, tierras raras, estaño y diamantes, son los recursos minerales que se encuentran en los fondos marinos.
En la actualidad, cualquier
actividad minera que se realice en los océanos pasa por la aprobación de la
Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISBA, en sus siglas en inglés),
un organismo científico y jurídico que controla las áreas fuera de los límites
económicos de los países en el marco de la Convención de Naciones Unidas sobre
el Derecho del Mar ratificada en 1994 por 154 países y que cuenta ahora con 160
miembros en la sede en Kingston, Jamaica.
La explotación minera del fondo
del océano es muy lenta, costosa y sucede en un área muy pequeña. Sin embargo,
existe cierta preocupación por los seres vivos que se encuentran en áreas
hidrotermales donde estas especies sólo habitan en unos pocos cientos de metros
cuadrados. El problema surge cuando existen intereses económicos en estas áreas
de depósitos minerales.
Para evitar la extinción de
especies que ni siquiera se conocen aún, la solución es la educación. Aparte de
conocer esta gran biodiversidad, se debe saber cómo las actividades
industriales pronto afectarán al medio marino pero la protección no sólo
procede de la ciencia, también es una decisión política.
La zona de interés comercial más estudiada es la de Clarion-Clipperton en el Pacífico Oriental, que se encuentra a profundidades de entre 3.500 y 5.500 metros. Solamente este yacimiento contiene más níquel, manganeso y cobalto que todos los recursos terrestres juntos. Otras zonas de potencial interés son la cuenca central del océano Índico y las zonas económicas exclusivas de las Islas Cook, Kiribati y Polinesia Francesa.
La zona de interés comercial más estudiada es la de Clarion-Clipperton en el Pacífico Oriental, que se encuentra a profundidades de entre 3.500 y 5.500 metros. Solamente este yacimiento contiene más níquel, manganeso y cobalto que todos los recursos terrestres juntos. Otras zonas de potencial interés son la cuenca central del océano Índico y las zonas económicas exclusivas de las Islas Cook, Kiribati y Polinesia Francesa.
Los sulfuros polimetálicos (también denominados sulfuros masivos
del lecho marino o SMS) son ricos en cobre, hierro, cinc, plata y oro. Los
depósitos se encuentran en los bordes de las placas tectónicas situadas a lo
largo de las dorsales centroceánicas, las crestas de retroarco y los arcos
volcánicos activos, normalmente a profundidades de unos 2.000 metros con
respecto a las dorsales centroceánicas. Estos depósitos se formaron durante
miles de años por efecto de la actividad hidrotermal, conforme los metales
precipitados presentes en el agua eran expulsados de la corteza terrestre por
fuentes termales cuya temperatura llegaba hasta los 400ºC. Debido a los
penachos negros que genera la actividad, estas fumarolas submarinas suelen
denominarse "chimeneas negras". Las fumarolas submarinas activas
forman ecosistemas únicos. Las bacterias quimiosintéticas, que utilizan el
sulfuro de hidrógeno como fuente de energía, constituyen el primer eslabón de
la red alimentaria de la fumarola, que se compone de una variedad de anélidos
tubículos gigantes, crustáceos, moluscos y otras especies. Muchas de las
especies de las fumarolas se consideran endémicas de estos emplazamientos, por
lo que se considera que los hábitats de las fumarolas submarinas tienen un
valor científico intrínseco.
Las costras cobálticas se
acumulan a profundidades marinas de entre 400 y 7.000 metros, en los costados y
en las cimas de los montes submarinos. Se forman por la precipitación de
minerales presentes en el agua de mar y contienen hierro, manganeso, níquel,
cobalto, cobre y otros elementos metálicos y tierras raras. A nivel mundial, se
calcula que puede haber hasta 100.000 montes submarinos de más de 1.000 metros,
aunque relativamente pocos resultan adecuados para la extracción de costra
cobáltica. La zona de prospección de costra cobáltica más prometedora se
encuentra en los montes submarinos de Magallanes en el océano Pacífico, al este
del Japón y las Islas Marianas.
Greenpeace exige que no se autoricen licencias para la minería del
fondo marino y que ninguna exploración o explotación sea realizada, a menos, y
hasta tanto, todos los diferentes hábitats marinos, biodiversidad y ecosistemas
sean adecuadamente protegidos. La situación crítica del ambiente oceánico exige
a los gobiernos que acuerden la creación de reservas marinas para proteger a
los ecosistemas en riesgo.
La empresa responsable de hacer
realidad la visión de JulioVerne en 1869-70 se llama, Nautilus Minerals y es de
origen canadiense. Fue creada para la exploración del lecho marino en busca de
sistemas masivos sulfurados (SMS por su sigla en inglés: Seafloor Massive
Sulphide), más conocidos como nódulos marinos en el mundo minero, para su
explotación a escala comercial.
En 2018 la empresa tiene definido y explorado el primer
proyecto. Se conoce como Solwara 1, ubicado en aguas territoriales de Papúa
Nueva Guinea y –desde 2011– la compañía cuenta con los permisos necesarios de
parte de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos y del gobierno de ese
país. El depósito se encuentra a un profundidad media de 1.600 metros. Nautilus
Minerals dispone, además, de planes de desarrollo para otras áreas de Papúa
Nueva Guinea y también en Fiji, Tonga, las Islas Salomón, Vanatu y Nueva
Zelanda en el Pacífico Occidental.
Como se sabe, el lecho marino de
Chile y de Perú tiene importantes recursos mineros en nódulos marinos, los que
se conocen desde hace varias décadas, como lo ha informado MINERÍA CHILENA. El
área contiene un importante recurso inferido de nódulos polimetálicos de
níquel, cobre, cobalto y manganeso. La empresa ha hecho importantes campañas de
exploración en estos territorios para entender el potencial del recurso y
construir sus reservas viables de ser explotadas.Estas campañas se
desarrollaron entre 2007 y 2013 y permitieron caracterizar estos nódulos marinos
con contenidos de 1,2% de níquel, 1,1% de cobre, 0,24% de cobalto y 26,9% de
manganeso.
La campaña de perforación del
yacimiento Solwara 1 entregó resultados muy auspiciosos, que indican una ley de
7,2% de cobre, 6,4 gt de oro, 34 gt de plata y 0,9% de zinc. Fue este
conocimiento geológico el que le permitió a la empresa elaborar su plan de
desarrollo comercial. El proyecto Solwara 1 tiene una vida útil proyectada de
tres años, en los que espera producir entre 70.000 y 80.000 toneladas de cobre
por año y unas 120.000 onzas de oro, dependiendo de que se cumplan las
estimaciones hechas por los geólogos y que las condiciones de operación se
ajusten a los parámetros de diseño. La inversión de Nautilus Minerals al
momento de la puesta en operaciones de Solwara 1 habrá totalizado una cifra del
orden de los US$ 500 millones.
Nautilus Minerals utiliza tecnología probada previamente por las industrias del petróleo y el gas, y también de dragado marino, como otras propias de la actividad minera tradicional. Como resultado de ello, se definieron tres componentes principales del sistema de explotación: las herramientas de producción del lecho marino (SPT, Seafloor Production Tools), el sistema de levante del mineral (RALS, Riser and Lifting System) y el navío de soporte de la producción (PSV, Production Support Vessel).
Se diseñaron también otras
herramientas de apoyo, tales como el cortador auxiliar (AC, Auxiliary Cutter) y
el cortador principal (BC, Bulk Cutter). Estas dos máquinas están diseñadas
para cortar y recolectar el mineral en el fondo marino, para que una tercera
unidad, llamada máquina colectora (Collecting Machine), lo succione como pulpa
desde el fondo marino para transportarlo mediante una tubería flexible, hacia
la bomba de fondo marino y desde allí a la nave de producción mediante el
sistema RALS.
Allí, después de remover el agua
de la pulpa, ésta se traslada a una nave de acopio que dispone de bodegas donde
se hace el almacenamiento temporal, para después traspasarla a un barco
granelero que llevará el mineral a China.
Varias empresas de reconocida
trayectoria (Sandvik, Caterpillar, Damen, Bosch Rescroth, ContiTech AG) han
participado en el diseño del equipamiento de producción submarina.
Bibliografía y sitios web
de consulta:
Columbia Center on Sustainable Investment 2016:
Cartografía de la minería en relación con los objetivos de desarrollo
sostenible: un atlas.
Drew, L. W. 2009 “ The promise and perils of
seaflor mining” en Wood Hole Oceanographic Institution: Oceanus Magazine, Vol.
47, N°3, Dec. 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario