El plástico se inventó a
mediados del siglo XIX y se comenzó a producir masivamente a finales de la
Segunda Guerra Mundial, sin embargo, se ha empezado a estudiar su impacto en
los océanos hace poco más de una década. La producción de plásticos se ha
cuadruplicado desde la década de los 80 y en los océanos hay basura que la
acción de los vientos, las olas y el sol han roto en minúsculos trozos del
tamaño de granos de arroz, por lo que podría haber mucho más flotando en la
superficie de lo que han encontrado los investigadores.
Se desconoce de momento
el efecto que estos fragmentos pueden tener para la vida marina en la
profundidad del océano. El principal motivo por el que quedan muchas respuestas
por descubrir es que la investigación sobre los desechos marinos es muy
reciente. La llamada Gran mancha de basura del Pacífico, una acumulación de
desechos marinos que se encuentra en el centro del océano Pacífico Norte, fue
detectada por primera vez en 1997 cuando Charles Moore navegaba de vuelta a
California tras participar en una competición de embarcaciones a vela.
Solamente el 20% del
plástico del océano proviene de fuentes marinas, como equipamientos pesqueros o
accidentes de barcos. El resto, según el estudio de CSIRO, la agencia
científica nacional australiana, es basura que es arrojada al mar o que
arrastran las corrientes, y aproximadamente la mitad de esa basura son botellas
de plástico. Hubo un punto de inflexión en la investigación en 2004 cuando
Richard Thompson, biólogo marino de la Universidad de Plymouth (Reino Unido de
Gran Bretaña e Irlanda del Norte), confirmó que la mayoría de los desechos
marinos eran de elementos plásticos.
La Universidad de Barcelona y el Museo de Historia Natural de Londres
realizaron un proyecto científico para cuantificar y localizar la abundancia y
la extensión de la contaminación de partículas microplásticas en las
profundidades del mar Mediterráneo, SO del
océano Indico y NE del océano Atlántico, desde el subtrópico hasta las
aguas subpolares, entre septiembre 2001 y agosto 2012. Los resultados
permitieron realizar el primer mapa de registro de sustancias plásticas
contaminantes de mares y océanos.
Para ayudar a comprender la evolución de
las grandes islas de basura en el mar, se realizaron recientes estudios (Cózar,
A. 2014) que han demostrado que las aguas de distintas regiones de la
superficie marina se mezclan por efecto de los vientos y de las corrientes
marinas. Este análisis espacial discrimina la dinámica del flujo sobre un
modelo oceánico global que se preparó con una matriz matemática de la cadena de
Markov. Este método no sólo permitió la representación de la dinámica de la
superficie oceánica global sino también registró la evolución de la densidad
del agua de mar, realizó el mapeo de las cuencas de atracción y los lugares
fijos de las islas de basura. Se determinó además los límites de las cuencas
oceánicas fijados por la circulación misma y no por los límites geográficos
arbitrarios así también permitió comprender mejor la conexión de las cuencas
oceánicas.
El estómago de los peces mesopelágicos contiene plásticos y
son el alimento de atunes y peces espada. Hay entre 10.000 y 40.000 tn de
plásticos en los giros oceánicos subtropicales. El 1% de todo el plástico que
hay en los océanos fue relevado por la expedición española Malaspina durante 9
meses, entre diciembre de 2010 a julio de 2011. En el viaje de circunnavegación
se detectaron 141 sitios oceánicos contaminados con plásticos especialmente
entre los 30° N y 30° S con un área de mayor abundancia con partículas mayores
a 1 mm en el Atlántico sur.
La contaminación no siempre
es física. En masas de agua de gran extensión, las ondas sonoras pueden
propagarse a lo largo de kilómetros sin perder intensidad. La presencia cada
vez mayor de sonidos de gran potencia o constantes procedentes de barcos,
sonares, plataformas petrolíferas e incluso de fuentes naturales como
terremotos puede alterar los patrones de migración, comunicación, caza y reproducción
de muchos animales marinos, en especial los de mamíferos acuáticos como la
ballena y el delfín.
Las costas también son vulnerables
Si bien la mayoría de las regiones de los océanos del mundo están
sufriendo pérdida de hábitat son las zonas costeras las más vulnerables por su cercanía a los
centros urbanos, debido al impacto de las actividades
antrópicas intensivas. La pérdida de hábitat aquí afecta de manera
trascendental a la biodiversidad de todo el océano. Estas zonas fundamentales,
entre las que se encuentran los estuarios, los pantanos y las marismas, son
territorios para la reproducción, nidificación o de protección estacional para
casi todas las especies marinas. Los huracanes, tifones, tormentas fuertes, tsunamis
y otros fenómenos similares han provocado enormes trastornos en los ciclos de
vida de las plantas y animales oceánicos, aunque normalmente de forma temporal.
Sin embargo son más los impactos en los pantanos cuando son dragados y
utilizados para alojar construcciones residenciales, centros industriales y
actividades agrícolas. Las ciudades, las fábricas y las explotaciones agrícolas
provocan residuos, contaminación y vertidos químicos que pueden causar estragos
en los arrecifes, la vegetación marina, las aves y los peces. Los diques del
interior reducen el flujo natural de nutrientes, cortan las rutas migratorias
de los peces y frenan los cursos de agua dulce, por lo que aumenta la salinidad
de las aguas costeras. La deforestación lejos de la costa genera erosión y hace
que se desplacen y se depositen limos en las aguas someras, lo cual puede
bloquear la luz del sol que necesitan los arrecifes para desarrollarse. Las
técnicas de pesca destructivas, como la de arrastre y la utilización de
dinamita y veneno destruye los hábitat tanto cercanos a las costas, como en mar
abierto. El turismo provoca que millones de visitantes, navegantes y
submarinistas estén en contacto directo con los frágiles ecosistemas de los
pantanos y los arrecifes. Los buques portacontenedores y los buques cisterna
pueden dañar los hábitat con sus cascos y anclas. Los vertidos de crudo y otras
sustancias matan a miles de aves y peces y dejan tras de sí un entorno tóxico
que puede perdurar durante años.
La
responsabilidad en la práctica docente
Durante el ejercicio de
la práctica docente debemos planificar las actividades de manera que se
informe, motive e incentive a los alumnos a la generación de proyectos que respeten y cuiden el habitat marino local.
El trabajo en grupos de alumnos de distintas edades de la misma escuela
promueve el intercambio de ideas y agiliza la instrumentación del proyecto a
nivel institucional y de la comunidad educativa. La presentación de ese
programa de actividades a las autoridades de gobierno local permitirá la
ampliación de la toma de conciencia a toda la comunidad y la ejecución de
políticas respetuosas con el ecosistema marino local. Es necesario despertar la
toma de conciencia a temprana edad del futuro ciudadano.
Asumir la responsabilidad de reciclar lo máximo posible:
-
reutilizar
las botellas de agua
-
guardar los
alimentos en recipientes no desechables
-
utilizar
bolsas de tela para transportar nuestras compras
Conocer
los proyectos sobre el habitat marino
que instrumentarán los futuros
candidatos a cargos públicos de gobierno local, regional y nacional.
Organizar
cartelería y equipos de personal entrenado en el fomento del cuidado de las playas en temporada de
verano cuando hay mayor asistencia de visitantes para evitar la acumulación de
residuos sueltos y su vertido al mar.
Difundir
en los clubes náuticos la práctica de la navegación responsable para no tirar
por la borda elementos contaminantes.
Elegir
cruceros de turismo responsables con el ambiente marino
Evitar
el fomento de las compras de artículos
de joyería de coral, accesorios de pelo hechos con conchas (a partir de las
tortugas carey), y productos derivados del tiburón.
Eliminar
el hábito de organizar un acuario con peces de agua salada capturados de su
hábitat natural ni arrojar peces u otras especies marinas criadas en acuarios
al mar, esta práctica puede introducir especies no autóctonas perjudiciales
para el ecosistema existente.
Bibliografía
recomendada
Cózar,
A. et al. 2014. Plastic debris in the open ocean.
Honolulu: University of Hawaii.
Froyland, G. et al 2014. How well-connected is de
surface of de global ocean? AIP Publishing Chaos 24.
Katsnelson, A. 2015. Microplastic present pollution
puzzle. Tiny particles of plastic are awash in the oceans but now are they
affecting marine life? PNAS May 5, vol 112 n° 18.
National
Geographic en español julio 2015 vol 37 núm.1
Woodall, L.C. et al. 2014 The deep sea is a major
sink for microplastics debris. London: Royal Society Open Sience.
Sitios web recomendados
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