La cartografía y el arte
El geógrafo es una obra realizada por Jan Vermeer van Delft en 1669, es un óleo sobre lienzo (52 x 45 cm) que se encuentra en el Städel
Museum, Frankfurt am Main, Inv. N° 1149.
En Holanda, la
provincia marítima de Países Bajos, durante el Renacimiento, la sociedad
protestante y burguesa reflejó en la pintura lo más novedoso de ese ambiente de
cambios a través del género realista y el formato pequeño y así decoraban sus
casas llenas de comodidad y confort, alejadas de la pompa y el gusto de la
nobleza de palacio. Aparece en la escena pictórica el llamado cuadro de
interior, con escenas domésticas, del día a día, paisajes de campo, urbanos o
bodegones.
El gran maestro
del género típicamente holandés de cuadro de interior fue Jan Vermeer van Delft
(1632-1675). Sus cuadros de interior fueron la fiel expresión de la vida
burguesa holandesa, siendo capaz de mostrarla con una delicadeza y poesía
inigualable. Con sus obras se convirtió en el gran intimista de la pintura del
momento, invitándonos en cada uno de sus lienzos a entrar en el interior de
estancias meticulosamente definidas. Sus obras se
caracterizan por una excelente sencillez en la composición, una o dos figuras
son las protagonistas de un escenario realista, representadas siempre en la
actividad de labores diarias. La luz increíblemente interpretada y la belleza
de los colores conseguidos a través de una técnica prodigiosa, lo convirtieron
en un artista audaz y moderno.
Prueba
de todo ello es la obra de El geógrafo que nos acerca a uno de sus
minuciosos interiores, una obra llena de serenidad y múltiples sugerencias al
espectador. Por entonces se usaba el nombre de esa profesión como sinonimia de
cartógrafo, recién a finales del siglo XIX se perfila la geografía como
ciencia. “El geógrafo” y “El astrónomo” fueron dos lienzos que se
concibieron como cuadros pareja y permanecieron juntos hasta 1729. En el lienzo
se distingue hasta el menor de los detalles, puesto que gracias a la acción de
la luz surge el volumen, se producen las sombras y se crea el espacio. El
tratamiento de la luz alcanza una sutileza máxima, porque es capaz de captar la
suavidad de las luces dentro de la habitación, consiguiendo iluminarla en cada
zona con intensidades diferentes, según la necesidad interpretativa. La
luz entra en la habitación cerrada por una ventana, por el ángulo superior
izquierdo, y atraviesa la escena protagonizada por la figura del
geógrafo, una luz que no sólo sirve para iluminar sino para crear profundidad,
puesto que el primer término con poca luz da paso a un segundo plano más
iluminado y así sucesivamente hasta llegar al final de la escena. Consigue una
atmósfera transparente, pero al mismo tiempo la luz da independencia a cada uno
de los elementos de la escena. Sobresale el fuerte individualismo y el aislamiento de la figura del geógrafo, por su quietud y representación
serena desempeñando sus quehaceres diarios. El autor capta el instante en el
que el protagonista, quien sostiene un compás de punta seca para medir
distancias, se inclina sobre la mesa cubierta de una alfombra oriental, sobre
lo que podría ser un mapa, parte de un atlas, y medita con serena
concentración. Otra dato a destacar es su paleta de colores tan personal, un
cromatismo fresco y brillante, que consigue cambiar y trasmitir a través de la
utilización de la luz natural. Aunque emplea pocos colores a todos ellos es
capaz de dar diferentes matices como la silla con tapicería de motivos florales
de las manufacturas de Delft y siempre está presente el azul, tan típico de la
cerámica de esa ciudad y que en el lienzo toma protagonismo en la vestimenta oriental del geógrafo (un kimono). Como elemento curioso es la
presencia de una carta marina colgada en la pared y de un globo terráqueo sobre
un mueble que es un símbolo más que una herramienta de navegación y un objeto
muy requerido por los mercaderes holandeses. Los mapas se convirtieron en algo
habitual en sus composiciones. Y en esta obra cobran mayor relevancia debido al
tema central del lienzo, la representación de un geógrafo en la intimidad de su
estancia. Y es que los mapas en el siglo XVII eran un lujo costoso por lo que
el pintor los utilizaba para mostrar la riqueza de las personas representadas
pero al mismo tiempo alude también al nivel educativo, ya que en aquellos
momentos aunque la cartografía era aún una técnica precoz, su prestigio crecía
de manera persistente por el desarrollo de la navegación marítima y las
numerosas guerras de conquista y
colonización en América y Asía.
¡Muy bueno!
ResponderEliminarMuy buen artículo!!
ResponderEliminarConozco esa pintura!
La vimos en historia del arte, en la Universidad...
Cuanto que hablan los artistas de sus épocas, que increíble. Nos hablan de como se veía el mundo y nosotros los subestimamos como seres "improductivos" que pierden el tiempo pintando!!
Sin embargo no sé porqué se me viene a la mente el cartógrafo del Principito, que nos presenta el ridículo de la cartografía como técnica aislada.
Cuanto mejor el docente de geografía que el cartógrafo burgués de Van Delft o Exupèry...porque éste enseña a querer entender el mundo y no a acumular lo que encontramos en él así porque sí !