Los conquistadores españoles
quedaron muy impresionados ante el oro y los templos que encontraron en América
pero también se sorprendieron de los espacio verdes y los jardines de las casas
de Tenochtitlán, en el valle de México según los describe Hernán Cortés en Cartas
de Relación en el año 1520. Este espacio albergó mucha población con
más de 200 habitantes por km2. Sufrieron desastres naturales como la gran
inundación que se registró en 1382 o la
de 1446 cuando Moctezuma I hizo construir un muro de protección a la ciudad de
12.000 m de largo y 20 m de ancho. En 1498 una sequía azotó al valle y para disminuir el impacto se construyó un
canal que alimentaba al lago Texcoco (Brailovsky, 2007).
En la
actualidad, Xochimilco con sus redes de canales e islas
artificiales está situado a 28 kilómetros al sur del centro de México.
Constituye un ejemplo excepcional de los trabajos de los aztecas para construir
un hábitat en un entorno hostil al hombre. Las estructuras urbanas y rurales
descubiertas a partir del siglo XVI, si bien se han conservado admirablemente,
desde la segunda mitad del siglo XX se vieron amenazadas por diversos problemas
que han puesto en riesgo de extinción a un exclusivo agroecosistema
prehispánico. La zona de Xochimilco
abarca un área de 89.65 kilómetros cuadrados donde se agrupan 83 monumentos
históricos y alrededor de 7 mil chinampas. Por otra parte, al momento que este
sitio fue inscripto en la lista del patrimonio mundial de Unesco en 1987, el
área de canales y chinampas dentro de la delegación Xochimilco contaba con una
extensión de alrededor de 2.200 hectáreas, la cual se ha reducido a poco más de
1.800 en la actualidad.
El área de
Xochimilco-Tláhuac-Milpa Alta fue declarada Zona de Monumentos Históricos por
UNESCO en noviembre de 1986. En su decreto de creación se reconoce la
importancia cultural, patrimonial y ambiental de este sitio debido a la
existencia de una gran cantidad de bienes inmuebles que datan de la época
colonial, además de que mantiene algunos vestigios de los acuíferos y lagos que
existían en el Valle de México durante los periodos prehispánico y colonial.
Finalmente, uno de los rasgos más sobresalientes que se resaltan en el Decreto
de Zona (1986) es la persistencia del sistema productivo de canales y
chinampas, que sirviera de base agraria para la subsistencia alimentaria de la
Ciudad de México. Xochimilco, habitado
por más de 415.000 personas en unos 125 kilómetros cuadrados, pertenece desde
1987 a los sitios Patrimonio Mundial
Natural y Cultural de la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Unesco). En 1989 se firmó el plan de Rescate Ecológico de Xochimilco.
Además, su
sistema lacustre forma parte desde 2004 de la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional,
conocida como Convención Ramsar, especialmente como hábitat de aves acuáticas. En la zona habitan 212 especies
documentadas de las cuales 112 tienen hábitos terrestres mientras 80 viven en
ámbitos acuáticos. Más de 90 especies de aves migratorias se refugian,
alimentan y se reproducen durante la época invernal, entre ellas el pelícano
blanco que integra grupos de más de 800 individuos.
La Organización de Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) cataloga a las chinampas mexicanas
dentro de los Sistemas Ingeniosos del
Patrimonio Agrícola Mundial, pues conservan la agrobiodiversidad,
adaptan a los agricultores al cambio climático, garantizan la seguridad alimentaria
y combaten la pobreza. Es un sistema de producción agrícola único en su tipo en
el mundo que consiste en el “rellenado” de porciones de lecho lacustre con
piedra, escombro y tierra. El espacio de terreno generado tiene una alta
productividad debido al alto grado de humedad que recibe del lago. Para el caso
de la zona chinampera de Xochimilco es posible encontrar todavía porciones que
datan del periodo precolombino. Este proyecto abrió un espacio de colaboración
y participación del gobierno delegacional con organizaciones internacionales,
así como con grupos privados y sociales de la zona. A pesar de lo anterior,
también se han reconocido algunas fallas dentro de la misma lógica de
cooperación que han llevado, con el paso del tiempo, a un debilitamiento de
dicha estrategia. En este sentido, este caso se considera de especial
importancia porque permite establecer un contraste entre los alcances y límites
para la construcción de espacios de gobernanza democrática y participativa en
los ámbitos delegacionales del Distrito Federal. En sintonía con lo anterior, y
debido a la importancia ambiental de esta región, en mayo de 1992, el entonces
presidente Salinas emitió un decreto por medio del cual los ejidos de
Xochimilco y San Gregorio Atlapulco fueron declarados áreas naturales
protegidas a partir de lo dispuesto en la Ley General de Equilibrio Ecológico y
Protección Ambiental (1988).
Sin embargo,
este sitio patrimonial comenzó un severo proceso de deterioro. En primer lugar,
el crecimiento acelerado de la mancha urbana en Ciudad de México entre las
décadas de 1960 y 1980 incidió de forma decisiva en la zona al menos en tres
frentes: la ocupación o invasión de predios de conservación, la extracción
masiva de agua de los acuíferos de la zona, así como la disminución de la
calidad de la misma en los canales y lagos. En comparación con el resto de la ciudad, Xochimilco presentó un
crecimiento poblacional acelerado entre 1960-1980 (alrededor del 5 por ciento
anual en comparación a una tasa de 2.5 por ciento para el resto del Distrito
Federal). Esta situación, aunada con la existencia de pocos suelos aptos para
la construcción de casas habitación, provocó la ocupación irregular de zonas
ecológicas y de cultivo, así como de humedales destinados a la captación y
filtración de agua de lluvia. Ante el crecimiento de la mancha urbana en la
región, tanto los suelos de conservación como las áreas tradicionales de
cultivo fueron cediendo espacios a zonas urbanizadas.
Por otra parte, el incremento poblacional en
otras áreas del sur de la Ciudad provocó un aumento de la demanda por agua para
uso residencial e industrial que, entre los años sesenta y los ochenta, fue
cubierto con los recursos disponibles en los manantiales y pozos existentes en
Xochimilco. Dicha situación provocó que buena parte de este líquido fuera
sacado de la demarcación y no permitiera un flujo constante dentro del sistema
de canales, lagos y chinampas (Aguilar, Espinosa y Caraballo, 2006).
Adicionalmente, los predios ecológicos invadidos –y utilizados para la
construcción de casas habitación– no contaban con la infraestructura básica de
drenaje por lo que los desechos y aguas negras de estas construcciones se
dirigían directamente a los canales. Estas dos situaciones provocaron, en el
mediano plazo, el estancamiento del agua de Xochimilco y la disminución de la
calidad de la misma. Algunos efectos paralelos de esta problemática fueron la
muerte de flora y fauna de la región (alguna de ella endémica) así como el
crecimiento descontrolado de lirio acuático (Aguilar, Espinosa y Caraballo,
2006).
Un segundo problema que explica el deterioro
de la zona patrimonial en las últimas décadas es el abandono de las actividades
económicas tradicionales de la región, particularmente la agricultura de
chinampa. La sustitución de actividades económicas por otras orientadas hacia
el sector servicios, el cambio en el patrón de la actividad agrícola hacia
productos y técnicas mucho más rentables (principalmente el trabajo de
invernadero con flores de ornato), los altos costos de mantenimiento de las
chinampas y la pérdida de interés por parte de las nuevas generaciones en la
preservación de las técnicas tradicionales de cultivo hicieron que la actividad
chinampera (que requiere de cuidados muy especiales y constantes) fuera
decayendo con el transcurso de los años (López, Guerrero, Hernández y Aguilar,
2006).
Finalmente, un tercer problema identificado es
el paulatino desinterés en la conservación de los monumentos históricos
localizados dentro de la zona patrimonial. Se suma a esto, el crecimiento de la
población, la concentración de vendedores ambulantes, la construcción de obras
irregulares y el establecimiento de paradas de transporte público, provocaron
que las zonas céntricas de los pueblos de la zona (principalmente el centro
histórico de Xochimilco) fueran perdiendo su valor estético y cultural
(Caraballo, Cervantes y Schulze, 2006). Dentro de los pocos elementos que
prevalecieron en la demarcación, y que a la fecha siguen manteniendo una gran
fuerza cultural, podemos destacar las celebraciones religiosas y las fiestas
barriales.
A pesar de la agudización de estos problemas a
lo largo del tiempo, la intervención gubernamental fue siempre débil y se
centró en el plano normativo y reglamentario para controlar el crecimiento
urbano, así como el deterioro urbano. Empero, estos instrumentos nunca fueron
aplicados efectivamente reforzando las dinámicas de daño. Un par de razones que
posiblemente pueden explicar esta situación es que el gobierno central de la
ciudad (que hasta 1997 era designado por el Presidente de la República) no
tenía un interés particular por esta zona además de que, en segundo lugar,
algunos de los grupos de invasores, vendedores ambulantes y transportistas
formaban parte de las mismas clientelas del partido en el poder
Una situación
similar se vive en la zona de humedales, refugio de aves migratorias
provenientes de Canadá y de especies nativas de la región, en donde la
contaminación por los escurrimientos del Canal Nacional y del drenaje del
poblado en San Pedro es la principal problemática. El rescate de este humedal
es fundamental por varias razones, para mantener la calidad y dinámica del
acuífero, del suelo de conservación de la Cuenca de México, conservar los
endemismos y la singularidad de sus comunidades naturales y los hábitats
asociados; preservar el equilibrio ecológico regional, y, por el valor cultural
que representa como museo vivo natural, por la permanencia de agrosistemas
tradicionales como la chinampería.
La urbanización irregular, el uso de
plaguicidas, el cambio climático, la excesiva explotación del acuífero y el
abandono han clavado sus puñales en las entrañas de la chinampa, indica un
estudio de la Autoridad de la Zona Patrimonio (AZP) Mundial Cultural y Natural
de la Humanidad en Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta. La AZP, creada en 2014, es
la responsable de gestionar la preservación del especial ecosistema en el área
y mantener así las designaciones de Unesco y Ramsar. La autoridad ambiental se
enfrenta a la austeridad para proteger la región. Si en 2015 contó con un
presupuesto de 700.000 dólares, ese monto se encogió este año a 400.000. Desde
2013, la AZP ha apoyado 174 proyectos de mejora ambiental y cultura, pero se
desconoce su impacto sobre las chinampas.
Además, en marzo de 2014, el Fondo Francés
para el Ambiente Mundial donó 1,65 millones de dólares para la conservación de
la zona.
En su informe de octubre de 2014,
“Rehabilitación de la red chinampera y del hábitat de especies nativas de
Xochimilco”, el Instituto de Biología de la pública Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) sugirió que la restauración debe ser prioritaria por
su importancia ecológica, económica y social. Por ello, recomendó la promoción
del modelo chinampa-refugio, “ya que esto representa múltiples beneficios para
el mejoramiento de las condiciones de agua a la par que impulsa las actividades
productivas sustentables como estrategia para evitar el avance de la zona
urbana”. Su universidad organiza desde 2014 el programa La Chinampería, para
vincular a productores y compradores. Además, este año ejecuta otro plan de
investigación aplicada para fomentar las cadenas de valor, en que participan 15
productores chinamperos. Al regenerar la unidad ambiental de la chinampa se
restablecerá el habitat del axolote que según el último censo de 2014 su
población se había reducido a 36 individuos por km2. El Laboratorio de
restauración Ecológica de UNAM es el responsable de la colonia de axolotes y su
esfuerzo se encamina a conocer la viabilidad de adaptación de los anfibios a
nuevos ambientes para crear una reserva genética. Es un anfibio del orden
Urodela de la familia Ambystomatidae endémica del sistema lacustre del
valle de México que históricamente ha sido venerado por los aztecas y ha tenido
gran influencia en la cultura mexicana e internacional. La palabra axolote
tiene origen en la lengua nahuatl Xolotl que era el nombre del dios azteca de
la dualidad y la monstruosidad. El escritor argentino, Julio Cortázar, escribió
en Final del juego (1956) un cuento fantástico sobre este habitante de
la chinampa.
En el resto de América Latina, la agricultura
autosustentable a escala familiar y de pequeña escala comercial se identifica,
al igual que la chinampa mexicana, en el conuco venezolano, la andenería
peruana, las quintas y huertas chilenas y argentinas. La diversificación de la
oferta en la agricultura familiar es una de las premisas básicas, conjuntamente
con la calidad, que impulsan la venta en ferias de productores. Introducir nuevas
especies permitirá incrementar la promoción de estos sistemas de
comercialización local. En ese sentido un proyecto de INTA promociona el
cultivo de repollitos de Bruselas, alcaucil y brócoli en la huerta comunitaria
de Santa Anita, Entre Ríos, Argentina. En este último país se realizó una
experiencia inédita dentro del sistema carcelario a partir del concepto que la
huerta constituye un espacio que conecta nuevamente al ser humano con la
tierra, con los procesos de la vida, con los tiempos y con los ciclos de la
naturaleza. Con este espíritu, el Servicio Penitenciario Provincial (SPP) de
Catamarca promovió la iniciativa de formar una huerta orgánica en el predio de
la institución y fuera del perímetro de seguridad, para que los internos “de
conducta ejemplar”, se capaciten en el manejo y cuidado de la misma y obtengan
una certificación para su futura reinserción en la sociedad. De esta manera, se convocó al Programa
Pro-Huerta de INTA Catamarca y éste al Centro de Educación Agrícola (CEA) de
Nueva Coneta para formar a los internos interesados en esta actividad y
acreditar los conocimientos adquiridos. Las personas que se encuentran en
contexto de encierro, quienes además de reconocer la importancia de productos
orgánicos, rescataron de esta labor una forma de “trabajar en libertad” y una
manera de re-conectarse con la vida, tener otras expectativas y recuperar un
lugar como individuo dentro de la sociedad.
La huerta escolar como
espacio de aprendizaje y modelo de agricultura solidaria
Las
experiencias de educación solidaria en todo nuestro país, protagonizadas por
estudiantes, docentes y familiares toman a la huerta como un lugar colectivo y
solidario además de un ámbito que muestra una estrategia innovadora de
enseñanza-aprendizaje. Ya sea en el ambiente rural como en el urbano es
importante valorizar la participación de la comunidad escolar en estos
emprendimientos. La planificación interdisciplinaria y transdisciplinaria de
las actividades motiva e incentiva la profundización del proyecto para agregar valor
a la producción. Hay numerosos ejemplos en nuestro territorio que aseguran el
éxito con asesoramiento institucional como es el que brinda INTA a través del
programa Pro Huerta. En el siguiente documental se aportan ideas para elaborar
un proyecto de huerta escolar.
Bibliografía de consulta:
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precolombinas.
Buenos Aires: Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, Prociencia,
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Curro, C.V. Diversificación de la huerta.
Buenos Aires: INTA, Proyecto de apoyo al desarrollo local Santa Anita. Programa
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García, F.V. 2010. Las huertas
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González Carmona, Emma, Torres
Valladares, Cynthia Itzel, LA SUSTENTABILIDAD AGRÍCOLA DE LAS CHINAMPAS EN EL
VALLE DE MÉXICO: CASO XOCHIMILCO Revista Mexicana de Agronegocios [en linea]
2014, XVIII (Enero-Junio) : [Fecha de consulta: 28 de septiembre de 2016]
Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14131514005>
ISSN 1405-9282
Iriarte,D., Fernández, J., Cassin, W., Maza, W. 2016. La huerta, una experiencia transformadora. Buenos Aires: Ediciones INTA.
Iriarte,D., Fernández, J., Cassin, W., Maza, W. 2016. La huerta, una experiencia transformadora. Buenos Aires: Ediciones INTA.
Sitios web de interés: